El cultivo de plantas y la cría de animales encierran en sí medios preciosos de educación moral.
En este camino pueden distinguirse varias etapas:
- El niño se inicia en la observación de los fenómenos de la vida. […] Poco a poco, creciendo el interés por la observación, aumenta también su cuidado por los seres vivos. […]
- El niño se inicia en la previsión en virtud de la autoeducación. Cuando sabe que la vida de las plantas sembradas depende de su cuidado en regarlas, y la de los animales de su diligencia en proporcionarles alimento, el niño se mantiene vigilante como quien empieza a sentir una misión en la vida. […] Entre el niño y los seres vivos que cuida nace una misteriosa unión que induce al niño a ejecutar determinados actos sin la intervención de la maestra, es decir, que lo conducen a una autoeducación. […]
- Los niños aprenden a esperar con paciencia y con fe, que es toda una filosofía de vida. Cuando los niños depositan una semilla en la tierra y esperan que germine, cuando ven la primera aparición de la planta y presencian su crecimiento y sus transformaciones hasta llegar a producir flores y frutos; cuando observan que unas plantas germinan antes y otras después y cómo unas plantas tienen una vida breve y los árboles frutales un crecimiento más lento […] adquieren un equilibrio de la conciencia lleno de paz. […]
- Se desarrolla en los niños el sentimiento de la naturaleza. […] El niño ama naturalmente las manifestaciones de la vida […] Se trata, pues, de desarrollar este sentimiento de fe y confianza en los seres vivos, que vienen a ser una forma de amor y de unión con el universo. […]
- El niño sigue el camino natural del desarrollo del género humano. Por último, esta educación armoniza la evolución individual con la de la humanidad. El hombre pasó del “estado de naturaleza” a un estado artificial a través de los trabajos agrícolas […] y obtuvo la civilización como premio. El mismo camino ha de seguir el niño que está destinado a llegar a ser un hombre civilizado.
En una “Casa dei Bambini” de Roma, no poseyendo terreno alguno cultivado, se habían dispuesto tiestos de flores alrededor de una terraza y plantas enredaderas a lo largo de las paredes. Los niños no olvidaron nunca regar las plantas con sus pequeñas regaderas.Un día, los encontré sentados en el suelo formando corro alrededor de una espléndida rosa que se había abierto durante la noche. Permanecían silenciosos y tranquilos, verdaderamente sumidos en una muda contemplación.
Tenemos el grandísimo privilegio de estar en un colegio donde cada aula de infantil dispone de un pequeño espacio de tierra. Es una gran oportunidad para que los niños puedan experimentar en primera persona el proceso de vida de una planta, su inicio, su evolución y su cuidado. Un contacto directo con la naturaleza donde además asumen la responsabilidad del cuidado de un ser vivo.
El Viernes pasado, vinieron un grupo de madres a ayudarnos a plantar en nuestro Jardín. Como el curso pasado, los niños fueron saliendo por parejas para cavar, colocar la planta y regarla un poco con la regadera.
Las mamis nos dijeron que cada uno podía inventar un nombre para su planta, dirigirse a ella, hablarle con cariño, cantarle...para que creciera más fuerte y más feliz.
Hemos dejado espacio en medio para plantar FRESAS y más adelante TOMATES.
Muchas gracias a las mamis que vinieron por su ayuda, trabajo y disposición :) .
En una alternativa para hacer en casa en familia en el caso de no tener la oportunidad de experimentarlo en un huerto o jardín. No lo he probado personalmente, pero me han hablado muy bien.
Dos variedades: tomates cherry y rúcula, rabanitos y espinacas
¡Qué jardín tan bonito, tenéis! Un saludo.
ResponderEliminarSí! La verdad es que nos alegra la vista todos los días. Gracias Ana! Un saludo.
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